Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1887-1888 (Cortes de 1886 a 1890)
Sesión: 16 de junio de 1888
Cámara: Congreso de los diputados
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Silvela
Número y páginas del Diario de Sesiones: 141, 4259
Tema: Historia de la crisis pasada y propósitos del nuevo Ministerio

Empiezo por pedir a mis amigos que si digo algo que les agrade, hagan el favor de oírme en silencio, porque yo siento infinito que se perturbe la clara inteligencia de mi amigo particular el Sr. Silvela, y los aplausos que han tenido la bondad de darme antes, se la han perturbado por completo (Risas), hasta el punto de haber reconocido que había traspasado los límites de la discreción. (El Sr. Silvela: He dicho que he llegado).

¡Ojalá no hubiera sido más que eso! Pero S.S. no sólo ha llegado a los límites de la discreción, sino a los de la injuria. (Muy bien. -El Sr. Silvela, D. Francisco, pide la palabra para rectificar). No, Sr. Silvela; S.S. no tiene derecho a suponer lo que supone del partido liberal, cuyos mecanismos y cuyos servicios a la dinastía no autorizan a S.S. para que haya venido a dejar caer una sombra de duda respecto a la conducta que este partido pudiese seguir si no se encontrara en el poder. (Muy bien).

Esto no lo puede hacer nadie, y mucho menos lo puede ni lo debe hacer un monárquico. (Aplausos). ¡Valiente manera de servir a la Monarquía tiene S.S.! Con hechos es como se prueba que se sirve a las instituciones, no con palabras ni con excesos de celo, que más de una vez, más que defensa, son un ataque. (Muy bien).

Puesto que el Sr. Silvela no ha querido extenderse en estas consideraciones, yo tampoco quiero hacerlo por las mismas razones que S.S.; sólo que a mí me detienen más tiempo que le han detenido a S.S. (Muy bien).

Por lo demás, no sólo en esto se ha perturbado el Sr. Silvela hasta el punto de llegar al límite de la discreción, cosa que no le suele ocurrir con frecuencia, porque S.S. es muy discreto, tan discreto como intencionado, lo cual es propio de la escuela a que S.S. pertenece (Risas), sino que también se ha perturbado respecto de otras materias. ¿Cómo ha podido entender S.S. que yo no tengo opinión en la cuestión arancelaria? ¿Pues no he dicho ya cuál es mi opinión en esta materia, y la he repetido veinte veces, hasta el punto de que al Sr. Silvela le extrañaba que tuviera yo tanta insistencia en esta opinión y que resistiera tanto las influencias de mi alrededor? ¿Y ahora salimos con que no tengo opinión? Lo que no tengo es la opinión de que en el partido liberal ni en el Gobierno esté la cuestión de libre cambio ni de proteccionismo; ésa es la opinión que no tengo y esto no tiene nada que ver con el libre cambio. (Bien, bien).

Y está tan perturbado S.S., que hasta llega a decir que el Sr. Gamazo quiere darnos una autorización, no ya para subir los aranceles, sino para bajarlos, cuando ni se le ha ocurrido ni se le podía ocurrir semejante cosa al Sr. Gamazo. De modo que hasta las cosas más claras, más sencillas y más vulgares las confunde el Sr. Silvela de manera tal, que verdaderamente desconozco a S.S. por completo.

Por eso concluyo rogando a los Sres. Diputados que otra vez que hable debatiendo con el Sr. Silvela, acojan con el mayor silencio mis palabras, siquiera les agraden, porque me gusta discutir con los adversarios cuando están en toda plenitud de sus facultades. (Risas). [4259]



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